jueves, 21 de octubre de 2010

Lecciones de felicidad




V.- ¿Cuándo se lo vamos a decir?
T.- No se. Si quieres se lo decimos ahora. Total, ¡qué más da!
(...)
V.- Andrea, ¿tú sabes algo que nos hayas oído a los papás hablar últimamente y que quieras hacer alguna pregunta pero no te atrevas?
Andrea (A).- ¿Lo qué?...

Mal empezamos. Nuevo intento. Esta vez por cuenta mía. Hay que ser más directos para estas cosas:

T.- Te vamos a contar un secreto..., mejor una historia que les pasó a unos papás..., bueno, exátamente a unos papás no, mejor a dos personas que... verás, la cosa es que... (puf!)...
A.- ...

Peor segimos. La cosa sigue sin arrancar pero después de varios intentos por parte del padre y de la madre...

T.- Papá y mamá se conocieron hace mucho tiempo: primero fueron amigos, después paseábamos cogidos de la mano y empezamos a darnos besitos y por eso, ya éramos novios y...
A.- ¡Ah! Esta historia me suena. Ya me la habías contado.
T.- El caso es que después de ser novios, papá y mamá se casaron, pero como no teníamos dinero para hacer una fiesta, después de la boda, nos volvimos a casa, y ahora, aunque seguimos sin tener mucho dinero..., hemos pensado que...

Vanessa interrumpe el argumento financiero, pero parece que para reconducirlo...

V.- Ahora papá y mamá tienen muchos amigos que nos quieren mucho y les hemos dicho que nos íbamos a volver a casar, por eso, ellos nos van hacer una fiesta y así, después de la boda iremos a bailar y no a casa. ¿Te gustaría venir a la boda de tus padres?
A.- No lo entiendo. Primero os casais y no haceis fiesta y ahora os casais y vais a bailar...
T y V.- Pero tú vendrás con nosotros.
A.- ¿Que yo vaya a vuestra boda? No lo entiendo.

Vanessa siempre tiene más mano que yo para salir de depende qué circunstancias. Esta es una de ellas.

V.- ¿No te gustaría vestirte como una princesa?, ¿llevar los anillos en un cestito? y ¿bailar con tus amigos en una fiesta?
A.- ¡Si hombre! Vosotros estais locos. ¿Pensais que yo os voy a pagar la boda?, ¿qué queréis? ¿que saque todo el dinero de mi hucha de cerdito para que os caséis o qué?

Vanessa y yo nos miramos sin saber qué decir y ella lo observa.

A.- Tengo unos papás un poco loquitos. Yo no quiero ir a ninguna boda.

No insistimos. Dejamos que asimile la idea porque la verdad es que la cosa tiene migas: no todo el mundo es invitado de la boda de sus propios padres.

Andrea llega a nuestro cuarto después de lavarse los dientes con los hombros encogidos y cabizbaja:

A.- He pensado que vosotros sois mayores y que sabéis lo que tenéis que hacer porque sois los papás. Si queréis casaros, pues casaros. Yo iré a la boda y si queréis, podéis coger todo el dinero que hay en la hucha del cerdito porque yo no lo necesito.

*Si en nuestro futuro (de tus 25 años o más), alguna vez me atrevo a juzgarte de forma prematura sin llegar a alegrarme por algo que contenta tú decidas hacer y que a mí me cueste entender..., recuérdame esta anécdota.