viernes, 30 de septiembre de 2011

Diferencias


A la edad de mi hija, lo normal (supongo), lo que solían preguntarme las personas de mi entorno era aquello tan odioso: ¿a quién quieres más a tu mamá o a tu papá?, ¿a quién quieres más, a tu abuela N. o a tu abuela J.?... Y como odiaba ese tipo de cuestiones (amén de otros motivos), el otro día, en una de nuestras conversaciones:

P.- ... Entonces tú qué piensas, ¿es más importante querer o amar?
Rápida como el viento y vivilla como ella sola, contesta sin dudar:
A.- ¡Querer!
P.- No está mal, pero ¿por qué piensas eso?
A.- Porque querer es para toda la vida y amar es estar ahí, haciendo el tontete todo el rato y haciendo así (empezó a dar innumerables besos al aire) y no piensas en nada más.

NOTA: Si no quieres saber, no preguntes; y yo no quise seguir preguntándole nada más sobre ese tema..., por ahora.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Con paso firme...


La pasada noche, en casa de la familia G. A. no se ha podido dormir muy bien. Mi hija se ha levantado como unas tres veces por sus problemillas con la laringe y los mocos que le obstrullen las vías respiratorias.
Esa noche no funcionó la cebolla partida encima de la mesita. Así que ha tocado levantarse para ayudarla y para darle un poco de jarabe.
Como resultado, una mañana más, la primera de este curso, hemos llegado tarde al cole.

A.- Papá, no puedes acompañarme hasta la puerta de clase.

Esa norma ya la concía de boca de mi mujer, pero quise oir la explicación de ella.

P.- ¡Ah! y, ¿hasta dónde puedo acompañar a mi hija dentro del colegio?
A.- Hasta el final de la rampa esta bien, más allá...
P.- ¿Por qué no puedo ir más allá?
A.- Papá, soy una niña de primaria. Ya soy mayor y tú sabes que puedo ir hasta clase yo solita.
P.- Pues vaya. ¿Puedo darle un beso a mi hija mayor de primero de primaria?
A.- Pues claro que sí. Aunque sea mayor, te quiero igual.

Que conste que me ha costado un mundo aguantar la compostura.

Y allí me he quedado, solo, en el final de la rampa, según sus instrucciones, después de recibir su hermoso beso de despedida, observando cómo se encaminaba hacia la puerta de entrada del colegio con paso firme y seguro, sin volver la cabeza atrás.

Así es mi hija...

viernes, 16 de septiembre de 2011

Cambios que te cambian y nuevos comienzos.


Supongo que esa noche dormistes poco y mal, porque por la mañana temprano, a las 7 de la mañana, más o menos, aparecistes frotándote los ojos y me pedistes que te ayudara a ponerte la ropa y prepararte "al punto" para llegar al colegio rápido.

Los dos andábamos un poco despistados a nuestro regreso de Almería ese fin de semana. El colegio empezó el jueves anterior, el día 8 de septiembre, pero tú empezastes el lunes, día 12 y yo andaba despierto a esas horas porque pensaba que tenía que ir al trabajo esa mañana, pero al llegar a la oficina me dijeron que hasta la tarde no tenía que ir; regresé a casa y pude acompañarte en tu primer día de primaria.

Tu madre y yo hicimos apuestas pensando cuál sería el día en que tu profesora nos llamaría para hacer alguna tutoría por tu comportamiento. Lo hicimos, porque con la llegada de tu hermano, este verano había sido un poco más movidito de lo normal para tí y todos lo notábamos.

Pero una vez más has podido sorprender a tus padres. Ha llegado el viernes, ¡tu primera semana en 1º de primaria y tu profesora no nos ha llamado!

Muchos cambios sí, pero con ese corazón y esa fuerza que tienes, vas a poder con todo lo que te propongas.

La Princesa destronada.


Es difícil. Tiene que ser difícil.
Hay que meterse en la piel de mi hija para entender ciertas cosas que dice y otras que hace.

Hace tiempo, antes de que naciera mi hijo, le dije una noche que dentro de poco, tendría que arroparla a ella y al hermano. Su respuesta fue muy clara: mamá es mamá, la hermana es la hermana, pero mi "papini" es mi papá...

Esto, que podría entenderse como una declaración de intenciones futuras, solo fue el comienzo, el inicio de la caída. Ahora vamos por el momento:
A.- ...desde que ha venido P. a esta familia, me ha arruinado la vida...
V.- "Él ha venido para quedarse y para llenar la vida de todos nosotros".

Lo intentamos. Su madre y yo luchamos por incluirla, porque siga sintiendose especial e imprescindible. Hacemos que participe en todas las cosas cotidianas: el baño, el cambio de pañales, los juegos, que hable con él, desde el principio dejamos que lo coja..., pero sigo pensando que tiene que ser difícil para ella.

Los momentos que pasamos a solas tú y yo han aumentado, por eso se que hay dias malos, pero también hay dias buenísimos en los que te sientes muy feliz porque él esté aquí.

A.- Papá, ¿los hermanos se pueden casar? Es que es tan blandito que me lo comería y le quiero tanto...

(...)

Tú, siempre serás especial para nosotros y tendrás tu trono en nuestro corazón.