miércoles, 21 de septiembre de 2011

Con paso firme...


La pasada noche, en casa de la familia G. A. no se ha podido dormir muy bien. Mi hija se ha levantado como unas tres veces por sus problemillas con la laringe y los mocos que le obstrullen las vías respiratorias.
Esa noche no funcionó la cebolla partida encima de la mesita. Así que ha tocado levantarse para ayudarla y para darle un poco de jarabe.
Como resultado, una mañana más, la primera de este curso, hemos llegado tarde al cole.

A.- Papá, no puedes acompañarme hasta la puerta de clase.

Esa norma ya la concía de boca de mi mujer, pero quise oir la explicación de ella.

P.- ¡Ah! y, ¿hasta dónde puedo acompañar a mi hija dentro del colegio?
A.- Hasta el final de la rampa esta bien, más allá...
P.- ¿Por qué no puedo ir más allá?
A.- Papá, soy una niña de primaria. Ya soy mayor y tú sabes que puedo ir hasta clase yo solita.
P.- Pues vaya. ¿Puedo darle un beso a mi hija mayor de primero de primaria?
A.- Pues claro que sí. Aunque sea mayor, te quiero igual.

Que conste que me ha costado un mundo aguantar la compostura.

Y allí me he quedado, solo, en el final de la rampa, según sus instrucciones, después de recibir su hermoso beso de despedida, observando cómo se encaminaba hacia la puerta de entrada del colegio con paso firme y seguro, sin volver la cabeza atrás.

Así es mi hija...

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