viernes, 13 de julio de 2012

Te pusistes tan contenta al ver el contenido del paquete de correos que te había enviado tu tía Carmen María que quisistes llamarla enseguida para darle las gracias; pero no pudo ser, porque ella estaba trabajando a esa hora. Más tarde, a la hora de la comida, la llamamos y tú le pedistes perdón por no hablar con ella cuando llama a casa y le distes las gracias por los dos regalos: la minifalda y las sandalias. He de confesar que a mí también me gustaron, lo que no me gusta tanto es reconocer que te estas escapando, poco a poco vas dejando de ser mi niña, mi princesa..., vas creciendo y cuando te regalan ese tipo de ropa y te veo con ella puesta, no puedo evitar sentir una mezcla de "sí pero no"..., supongo que será algo parecido al Jin y el Jang de todos los padres. Y ahí estabas tú: con tu minifalda blanca y tus nuevas sandalias (las de la foto) dispuesta a salir a dar una vuelta por la zona de Conde Rodezno, donde los Sanfermines txiquis, con tu abuelo. Andrea (An).- Abuelo, creo que los chicos se van a fijar mucho en mí con esta minifalda y estas sandalias. Abuelo (Ab).- Por eso voy yo contigo. An.- Para espantarlos ¿verdad? (...) Al regresar, me contaste que por fin te pudiste subir en una atracción (saltos en colchoneta con arnes y unas cuerdas elásticas) a la que no te dejaban entrar el día anterior porque no dabas la talla, no llegabas a la marca de la vara que tenían para medir a los niños; pero claro, con la plataforma y el tacón de las sandalias, ese día tú sí pasastes esa marca y pudistes entrar a la atracción. Otro motivo más para estar alegre ese día..., supongo.