viernes, 25 de febrero de 2011

Clase de anatomia


Supongo que en muchas casas, eso de que la madre haga de médico ha de estar al orden del día.

Como ejemplo, en la familia de mi esposa hay 10 mujeres: la abuela, P., F., C. M., V., N., M., Andrea, A. y S. de las que, de una de ellas desconozco cuan implicada pudiera estar con el tema "medicina" y por el contrario, otra esta estudiando el primer curso de medicina en Santiago e incluso otra, ya es médico desde hace unos años.

Cuando Andrea ha estado malita, casi todas han dado su opinión al respecto con todo el amor y la experiencia del mundo.

Supongo que esa "aptitud-conocimiento", que esa ciencia "médica-cariñosa" y que ese saber de la "anatomía-amorosa-mimosa" se hereda..., de alguna manera.

(...)

P.- Venga que vas a llegar tarde otra vez al cole.
A.- Déjame dormir un poco más.

Y vuelve a desperezarse tirando con su manita hacia arriba, la camiseta del pijama y dejando a la vista su ombligo que tanta gracia me ha hecho siempre, desde que se lo curaba con alcohol de farmacia.

P.- ¿Sabes que cuando estabas en la tripita de mamá, tú estabas unida a ella por un tubito? (y le señalo su ombligo)
A.- Eso ya me lo has contado "ciento mil" veces...
Y haciendo alarde de sus conocimientos de "anatomía" y con el tono de voz que tan solo un doctor en la materia podría utilizar, Andrea añade:
A.- ..., ¡el "militar"!. Ese tubo se llama así.

Su madre y yo nos miramos y enseguida comprendimos que se estaba refiriendo al "cordón umbilical"; y riéndonos simpáticamente, así se lo hicimos saber.

miércoles, 23 de febrero de 2011

No quiero...


De pequeño me gustaban las películas del antigüo Oeste en las que los indios no paraban de tirar flechas y los baqueros no paraban de disparar (nunca dio más de sí un tambor de 5 cartuchos).

Pero desde la perspectiva de un niño, lo que más me sobrecogía de alguna de aquellas películas, eran los viajes que realizaban tanto las tribus nómadas (los indios) como los "blancos", trasladándose todos sus miembros con todas sus pertenencias, a cientos o miles de kilómetros.

Tanto si eran indios o blancos los que viajaban, la figura de la mujer aparecía como en segundo plano (excepto en "Caravana de mujeres" de 1951, dirigida por William A. Wellman y protagonizada por Robert Taylor, Denise Darcel, Hope Emerson, John McIntire, Julie Bishop, entre "otras").

Desde que llegué a Pamplona, cada tres años (cuatro a lo sumo) he cambiado de piso y de barrio.
Los últimos dos traslados se los ha "comido con patatas" mi mujer cual actriz principal de la película mencionada. No es cachondeo. Verla en acción, sí que es sobrecogedor y admirable. Su capacidad de organización y trabajo, a mí me hacen pequeño.
Es posible que en fechas próximas la familia G. A. tenga que ponerse de nuevo, en camino.

(...)

A.- Papá, yo no me quiero ir de aquí.
P.- ¿Por qué?

Esperaba la típica respuesta de: Yo nací aquí. Respuesta fácil de contestar, ya que no fue así, pero no...

A.- Hombre..., porque yo aprendí a andar y a limpiarme los dientes aquí, es donde más me gusta ver dibujos animados contigo, en esta casa me baño con mamá y me gusta mi habitación.
P.- Pero la nueva casa va a tener una habitación más grande para ti y otra para tu hermano.
M.- Ya, pero yo no se si serán tan grandes.
P.- Yo creo que un poco más grandes que la de ella, sí que son.
A.- Si no hay chichiguagua, yo no me voy.

Nota: Chichiguagua es como mi hija llama a una raza de perro canijo que parece una rata. A ella le encanta, pero a sus padres no.