miércoles, 15 de septiembre de 2010
Obedecer...
Suena el despertador para las dos mujeres de mi casa.
Como siempre, Andrea parece no querer levantarse, no querer asearse, vestirse, desayunar... y como siempre su madre le recuerda que tiene que despertar, que tiene que asearse, desayunar...
Mientras tanto, como cada mañana, los minutos pasan que parecen segundos y conforme las manecillas del reloj avanzan, la voz tierna y mimosa de la madre se va tornando imperativa.
-Mamá, ¿por qué te tengo que hacer caso siempre?
-Pues porque yo soy la mamá y tú eres la hija.
-Pues he pensado que yo no soy un mono de feria y que sepas que ya no te voy hacer más caso a lo que me mandes.
Empezando así la mañana, es facil pensar que antes de ir al colegio, Andrea ha terminado con una pequeña chaparreta en el culte... Normal.
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