miércoles, 4 de agosto de 2010

Ese diente era mío...

A los padres nos gusta ver en los ojos de nuestros hijos muchas cosas: salud, felicidad, sorpresa, sustito, suspense... y por qué no, también un poquito de admiración.
Para ésto último, algunas veces, los papás -que no las mamás- hacemos verdaderas... (lo dejaremos en "verdaderas" y que cada uno añada su conciencia).

Vanessa (V).- Esta noche tenemos invitados a cenar. Mónica es uno de ellos.
Txarlin (T).- Vale.

Mientras que Vanessa preparó la cena yo puse la mesa e intenté no molestar mucho en la cocina.
Andrea se chupaba el dedo, se cogía un mechón de su cabello y se lo colocaba a modo de bigote, mientras permanecía "estomballada" en el sofá.

Llegaron los comensales que faltaban y todos nos sentamos, dispuestos a disfrutar de la cena y de la velada.

Andrea terminó la primera de cenar y siguió con la película que uno de los invitados le dejó ver en un portátil. De pronto, se levantó del sofá y corrió al baño. Allí empezó a escupir y a enjuagarse la boca con agua.

T.- ¿Estas bien Andrea?
Andrea (A).- Sí. Es el diente.

Expliqué a los invitados que en Albánchez ya le pasó una vez porque tiene un diente que estaba apuntito de caerse.
Mónica (M).- Mi abuela era la encargada de sacar los dientes de toda mi familia cuando éramos pequeños, ¿por qué no se lo sacáis vosotros?
V.- A mí me da mucha grima.
T.- Uf! Casi preferiría ir mañana a un dentista y que se lo saque él.

Andrea llegó del baño y como sabe lo que su madre siente cuando le ve el diente moverse, se dirigió primero a ella, le cogió un dedo de su mano y riendo le dijo:
A.- Espera, déjame, verás que no pasa nada; toca el diente y verás como se mueve.

Todos contemplamos la escena y aparentemente todos pensamos al ver como se menea el diente, que Vanessa tiene más que motivos suficientes para sentir grima.

Digo "aparentemente" porque cuando Andrea llegó a la altura de Mónica, después de haber paseado su diente y enseñárselo a todos, ésta le preguntó:
M.- ¿Quieres que te lo quite?
A.- ¿Me va a doler?
M.- No. Mi abuela nos quitó los dientes a mis hermanos y a mí y no dolía.

Andrea buscó con su mirada a su madre y después a su padre y cuando vio en nosotros un gesto de afirmación...
A.- Vale. ¡ Sácale!

En ese mismo momento, Mónica hizo con Andrea lo que habría hecho mi abuela (que también sacaba dientes) o la abuela de Mónica y viendo el gesto que se le quedó a Andrea cuando vio su diente en la mano de Mónica, no pude dejar de sentir un poquito de envidia y pensar que: "me cachis...!, esos ojos tendrían que haber sido míos". Pero por otro lado, reconozco el valor y la herencia admirable de Mónica.

Gracias y que sepas que con lo que hiciste te has ganado a mi hija por lo menos..., hasta el próximo diente que le saques.

2 comentarios:

  1. Bueno, tal vez en la próxima oportunidad superes tu grima y te me adelantes. Si no, ya sabéis dónde encontrarme.

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  2. Lo tendré en cuenta Mòmo, lo tendré en cuenta.

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