lunes, 22 de noviembre de 2010

Una de pesadillas


Por mi trabajo, en condiciones normales, es muy difícil que pueda estar dos fines de semana seguidos y completos con mi familia. Pero este mes, excepcionalmente, se ha dado el caso.

Segunda mañana de sábado seguida en la que la familia García Ameneiro puede disfrutar de un amanecer tranquilo, pausado y agradable a pesar del mal tiempo que parece querer contrariar los planes ciclistas o campestres que solemos hacer con vistas a estar el máximo de tiempo juntos.
¿Amanecer tranquilo?...

A.- ¡Papá, mamá, he tenido un sueño malísimo!
V.- ¿uhm?, ¿cómo?
A.- ¡Era malísimo y he pasado mucho miedo!
P.- ¿Qué hora es?
A.- ¡Yo estaba en el colegio; bueno, estábamos todos, menos los papás, claro...
V.- Muy temprano.
A.- ...entonces entraron unas avispas malísimas y con un látigo de luz...
P.- Puf... Hija, es muy temprano ¿no puedes esperar a que amanezca?
A.- ... y a mí me dió con el látigo de luz y me "ació" daño aquí! (con su dedo índice parece señalar el esternón y en este momento empieza a serenarse un poco).
V.- Y la profesora, ¿no estaba?
A.- Sí. Cuando ella llegó, las avispas se marcharon a otras clases y entonces, la profesora "ació" dos filas: En una puso a los niños que no le habían pegado con el látigo y en otra fila puso a los niños que sí le habían pegado con el látigo.
P.- ¿Y tú en qué fila estabas?
A.- Papá, no te enteras. Yo estaba en la fila del látigo...

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